Mis personajes

A menudo nos preguntamos: ¿Por qué siempre me pasa lo mismo con este compañero?, ¿Por qué no puedo comportarme delante de mi jefe como realmente soy? La respuesta está en los personajes que hemos ido creando a lo largo de nuestra vida y que  forjan nuestra propia identidad (“yo”) a partir de dos ideas básicas: nuestra experiencia pasada, que condiciona las respuestas futuras, y la comparación con los demás (“los otros”), que nos lleva a cuestionarnos si somos peores, iguales o mejores que los demás para auto ubicarnos en una especie de ranking de valor personal.

Cada uno de esos personajes es nuestra respuesta al entorno. Con esa respuesta pretendemos obtener respeto, reconocimiento y sentirnos acogidos en el espacio que compartimos. Como lo normal es que nos movamos en diversos entornos -la familia, los amigos, el trabajo, la comunidad, etc.- solemos crear personajes adaptados a cada entorno. Por eso no es rara esa situación en la que dos personas que nos conocen de entornos diferentes, pueden llegar a discrepar sobre alguno de los “rasgos” que nos definen. Claramente están hablando de dos personajes distintos que representamos según el entorno.

Con el tiempo, el personaje que hemos forjado se vuelve una coraza que limita de alguna manera la posibilidad de actuar de forma diferente y por eso suele causarnos dolor.

No es por ello extraño, que muchas personas se sientan atraídas por la posibilidad de cambiar de entorno laboral y buscar nuevas relaciones con un nuevo grupo de personas. Al hacerlo, tienen la posibilidad de volver a formar un nuevo personaje que no se vea lastrado por el pasado. Esto les da una sensación temporal de libertad, hasta que el nuevo personaje que van creando, comienza de nuevo a constreñir su forma de actuar.

La solución no está por tanto en “poner el contador a cero” cada cierto tiempo, pues los problemas que no solucionamos con unas personas, suelen aparecer recurrentemente en nuestras relaciones con otras nuevas. La clave está más bien en saber qué personaje me está lastrando, para poder limitar su influencia, quitarme su coraza y seguir actuando con pleno conocimiento y libertad.     

En los entornos laborales, suele suceder que en base a una situación puntual concreta, se consolidan determinadas formas de relacionarse que son aparentemente inamovibles. En realidad, estamos asistiendo a la interacción de personas parapetadas en sus respectivos personajes lo que está impidiendo que las cosas puedan suceder o hacerse de otro modo. Sólo una toma de consciencia de los personajes que están actuando puede desbloquear ese tipo de relaciones enquistadas y dar paso a nuevas relaciones más sanas y enriquecedoras.

Es muy útil ser consciente de cuál es el personaje que me he formado y cómo condiciona la manera en que me relaciono con mis compañeros. Mindfulness nos ayuda a ser conscientes de estos aspectos y a usar esa información a nuestro favor para no perder la oportunidad de ser nosotros mismos en cada momento.

Por DAVID HERVÁS SANZ