Meditación Mindfulness (II): La postura

Existen varias posturas corporales que permiten realizar una buena meditación mindfulness. Lo ideal es que cada persona pruebe y encuentre aquella que le resulte más satisfactoria. Estas son las posturas más usadas:

Tumbado sobre alguna superficie firme, mantenemos los brazos estirados a ambos lados del cuerpo con las palmas de las manos abiertas hacia arriba y con las piernas ligeramente separadas. El peligro de esta postura es que facilita la aparición de somnolencia, pero por lo demás, es una opción válida.

Sentado en una silla de respaldo recto y asiento firme, apoyando las plantas de los pies sobre el suelo y dejando caer las manos sobre las rodillas. 

Sentado en el suelo usando un cojín de meditación con las piernas cruzadas, las manos sobre las rodillas o en el regazo.

De rodillas en el suelo usando un pequeño cojín o banquito de meditación para sentarnos, con las manos sobre las rodillas o en el regazo.

Es importante que, independientemente de la postura que elijamos, tengamos en cuenta los siguientes consejos:

- Elegir un sitio y momento adecuados. Casi cualquier sitio vale, tanto en el interior de un edificio como en la naturaleza, pero es importante que puedas disfrutar de cierta tranquilidad y que evites las interrupciones. Si meditas en casa o en el trabajo, es aconsejable que lo hagas preferentemente en el mismo sitio, detalle que ayuda a crear el hábito y facilita la concentración.
- La espalda debe estar lo más recta posible pero sin llegar a estar rígida. 
- La cabeza mira siempre al frente y la barbilla se recoge ligeramente hacia el pecho.
- Los ojos permanecen cerrados o levemente entreabiertos fijos en un punto del suelo a un metro de distancia aproximadamente (esto último para las posiciones de sentado y de rodillas). 
- Las manos pueden formar algunas figuras llamadas “mudras” (ver imagen inferior).
- La meditación está acotada en el tiempo, de tal modo que tiene un principio y un fin. Lo ideal es usar algún tipo de temporizador como la alarma de un reloj o de un teléfono móvil. El tiempo dedicado a la meditación varía en función de la experiencia de la persona y su capacidad de aguante en la misma postura. Lo ideal es empezar por periodos cortos, de entre cinco y diez minutos, para ir alargando la práctica conforme nos vayamos sintiendo cómodos. 

Por DAVID HERVÁS SANZ