Plasticidad neuronal y aprendizaje

Conforme vamos conociendo el funcionamiento de nuestra mente, advertimos una realidad en la que no siempre reparamos: nuestros pensamientos dirigen nuestra vida. Cuando en repetidas ocasiones adoptamos la misma decisión, se va creando lo que llamamos un patrón de pensamiento. Con el paso del tiempo la mente “aprende”, lo que a nivel neuronal se traduce en que una serie de enlaces neuronales se fortalecen a base de usarlos repetidamente. Por eso las respuestas empiezan a ser más automáticas y menos reflexivas. Este hecho que nos aporta rapidez, tiene el peligro de depositar nuestra confianza en que el estímulo actual es idéntico a los anteriores, a los cuales ya respondimos de la misma manera. Efectivamente, este mecanismo aporta rapidez, pero resta frescura y creatividad. Por ello se hace hincapié durante la meditación en la actitud de la “mente de principiante”, para forzar a nuestra mente a hacer un nuevo análisis y no dejarse llevar por la experiencia pasada. Salir de los patrones mentales nos libera del pasado.

Ese mecanismo por el cual se crean los patrones de pensamiento puede ser también usado a nuestro favor, ya que se ha demostrado que del mismo modo que nuestra mente construye de forma autónoma esos patrones en base a nuestra experiencia, nosotros también podemos de manera premeditada crear, ejercitar y fortalecer nuevos patrones de pensamiento. Los estudios sobre la plasticidad neuronal así lo atestiguan, y vienen a rebatir empíricamente la creencia de que a determinadas edades no se puede o es muy difícil cambiar los hábitos y patrones mentales. Sólo se trata de repetir y perseverar en aquellos nuevos esquemas de pensamiento que queremos adoptar.

Todos tenemos en mente la imagen del compañero de trabajo cascarrabias al que nada le vale y a todo pone pegas. El hecho de que con el paso del tiempo determinadas actitudes se intensifiquen, no es ni más ni menos que la consecuencia de hacer uso una y otra vez de las mismas conexiones neuronales. A más uso, más proclive es nuestra mente a "pasar por los caminos" que ya conoce. De ahí que un patrón mental afianzado tras años y años de uso, a nuestra mente no le guste cambiarlo.

No obstante, Cuanto más cultives y te permitas los patrones de pensamiento que quieres tener, más pensamientos de esta índole surcarán tu mente, generando nuevas conexiones neuronales, y una espiral de progresivo bienestar y salud mental. Por ejemplo, los neurólogos han demostrado que en tan sólo ocho semanas de práctica Mindfulness continuada se producen nuevas conexiones neuronales y el fortalecimiento de determinadas zonas del cerebro asociadas con nuestra sensación de bienestar. Si repites de manera consciente y a diario, durante esas mismas ocho semanas, un nuevo patrón de pensamiento, puedes lograr afianzarlo en detrimento de otros.

Otra de las peculiaridades que tiene nuestra mente es su pretendida infalibilidad. Al ser una herramienta para tomar decisiones en base a la experiencia trata de “cerrar filas” entorno a la fiabilidad de sus análisis. Pero la experiencia nos demuestra que no siempre acertamos en nuestros análisis y previsiones y esto normalmente se debe a que no tenemos ni la calidad ni la cantidad de datos adecuada para decidir.

Debemos admitir que una cosa es la realidad, y otra diferente es la imagen que tenemos de esa realidad. Las diferencias entre ambas se deben a la influencia de una serie de “filtros mentales” como son: nuestra cultura, ideas, miedos, creencias, hábitos y apegos, que nos hacen ver la realidad modificada. Si somos conscientes de ello, podremos apartar los filtros y acceder a una visión más directa y menos sesgada de la realidad. Si no somos conscientes, daremos por reales imágenes que son reflejos distorsionados de la realidad[1].

Por :DAVID HERVÁS SANZ

 


[1] Marquier, Annie. El maestro del corazón. Barcelona: Ed. Luciérnaga, 2010.