Neuronas espejo e inteligencia emocional

En la década de los noventa, se descubrió que para nuestra mente percibir una determinada situación que experimenta otra persona, activa los mismos circuitos neuronales que se activan cuando esa situación la vivimos nosotros en primera persona. Las neuronas espejo son las responsables de que se produzca ese reflejo en nuestro cerebro de una situación que no experimentamos directamente. Nuestro aprendizaje o nuestra capacidad de empatizar con otros, tienen en común la participación de las neuronas espejo, las cuales nos unen a las otras personas formando una suerte de red invisible. Las neuronas espejo demuestran que verdaderamente somos seres sociales predispuestos a estar conectados y experimentar la compasión. El individualismo va en contra de nuestra propia naturaleza.

Desde una perspectiva mindfulness, empatía y compasión son conceptos muy similares, es ser capaz de acceder a lo que siente o experimenta otra persona para ver las cosas como esa persona las ve. Acaso la compasión incluiría además un matiz: el deseo de aliviar el sufrimiento del otro. No se trata de perder tu propia identidad ni de simplemente acceder a determinada información para aprovecharla en mi propio interés. Se trata de participar emocionalmente en sus sentimientos, evaluar cognitivamente la situación y aliviar su sufrimiento o celebrar su júbilo si es el caso.

Desde principios de los años noventa algunos autores habían venido hablando del concepto de inteligencia emocional[1].Esa y otras teorías posteriores sobre la inteligencia se apartan de la idea de una única capacidad medible y nos hablan de que existen en realidad inteligencias múltiples. Una de esas inteligencias es la inteligencia interpersonal, la cual nos permite entender a los demás y se basa en nuestra capacidad para gestionar las relaciones humanas y “ponernos en la piel del otro” para reconocer sus motivaciones, razones y emociones[2].

Fomentar actitudes de compasión hacia uno mismo es un paso previo necesario para hacerlo luego hacia los demás. Primero mejora nuestra autoestima y después nos ayuda a mantener relaciones personales sólidas y fructíferas. Fomentar esas actitudes en un equipo de trabajo, mejora sustancialmente el clima en ese grupo y permite que cada miembro dé lo mejor de sí mismo en un clima laboral óptimo.

Por: DAVID HERVÁS SANZ

 


[1] Daniel Goleman, "La inteligencia Emocional" (1996)

[2] Howard Gardner, "Estructuras de la mente: La Teoría de las Inteligencias Múltiples. Santafé de Bogotá, Colombia: Fondo de Cultura Económica (2001).