Presencia, sintonía y resonancia

Todos estaremos de acuerdo en que, en un equipo de trabajo, es deseable promover que los integrantes actúen desde el estado de presencia al que ya hemos hecho referencia con anterioridad en este blog. Decíamos que ese estado de presencia se da cuando somos capaces de percibir los contenidos de nuestra mente, sin perder de vista que lo hacemos desde la consciencia (el espacio que acoge dichos contenidos). Ya hemos comentado también que la finalidad del entrenamiento Mindfulness es precisamente conseguir estar el mayor tiempo posible del día en esa posición de observador. Desde ese lugar podemos relacionarnos simultáneamente con nuestra mente y nuestro entorno. Estando presentes, la concentración es total y la claridad de nuestra mente nos permite dar lo mejor de nosotros mismos aquí y ahora. 

Pero para que la relación con el resto de las personas que integran nuestro entorno laboral sea realmente fructífera, sería deseable ir más allá del estado de presencia. Existen dos estadios o niveles sucesivos que implicarían una mayor conexión, un mejor entendimiento y una mayor productividad en el equipo. Nos referimos a sintonía y resonancia.

Decimos que estamos en sintonía con otras personas cuando, partiendo del estado de presencia ya descrito, somos capaces de captar el interior de la otra persona, su esencia más allá de sus personajes. Reconocemos al ser que realmente es, lo respetamos y valoramos. Se trata pues de empatizar hasta el punto de ver a la otra persona en toda su humanidad. 

Por otra parte, cuando nos referimos al fenómeno de la resonancia, a lo que estamos aludiendo es a actuar e interactuar en consonancia con lo que percibo de aquellas personas con las que estoy en sintonía. Al igual que dos cuerdas de un instrumento que vibran a la vez, se influyen recíprocamente y generan un sonido que es más que la suma de sus vibraciones por separado, la resonancia entre personas de un mismo equipo es una llamada a la acción y a ser uno con la otra persona.

Sólo se puede alcanzar este estado supremo de conexión cuando existe una voluntad compartida de los integrantes del equipo. Este tipo de conexiones se consiguen cuando las personas comparten tiempo de trabajo, se comunican, se conocen en profundidad y se respetan.

Algunos ejemplos de resonancia los tenemos en la perfecta coreografía de un ballet, la transición milimétrica hacia la canasta contraria de un equipo de baloncesto o la sorprendente compenetración del equipo médico que realiza una operación de riesgo.

Por: DAVID HERVÁS SANZ