A menudo, el estrés al que muchos estamos sometidos baja nuestro nivel de tolerancia y aumenta nuestra irritabilidad en el trabajo. Ya sabemos que a la hora de relacionarnos con las personas de nuestro entorno laboral podemos mejorar significativamente esas relaciones si ejercemos la atención consciente desde la presencia, sintonía y resonancia. Pero no se trata de poner una intención genérica o simplemente buena voluntad, sino de hacerlo de manera sistemática. Para ello, se recomienda cultivar las seis cualidades del Mindfulness Interpersonal:
Apertura: Muy relacionada con la mente de principiante, se trataría de ver a los compañeros de trabajo de un modo nuevo y limpio, aceptando las acciones y opiniones de los demás. Aceptando también los pensamientos o juicios que suscitan en mí los demás, y sabiendo que la mía es una opinión más, pero no la única posible o válida.
Empatía: Consiste en ponerse en el lugar del otro, reconocer y experimentar sus sentimientos. Pero para ello, primero debemos ser capaces de reconocer y sostener nuestros propios sentimientos, sensaciones y emociones. Además, aunque gocemos de una buena intuición para detectar lo que le pasa a los demás es muy recomendable, y muy sano, preguntar a los demás cómo se sienten.
Compasión: Íntimamente ligada a la actitud anterior, la compasión incluye además de la comprensión de la situación en la que está inmersa la otra persona, una voluntad o al menos un deseo de paliar el dolor o el sufrimiento. Todas las personas hemos sufrido a lo largo de nuestra vida desengaños, fracasos y pérdidas que pueden haber dejado en nosotros huellas difíciles de olvidar, incluso difíciles de comentar o compartir. Miremos pues compasivamente a la persona que tenemos delante, hagámoslo desde el corazón, aceptemos que quizás su actuación y sus máscaras son su respuesta a ese dolor, y tratemos de actuar de la manera que más podría aliviar su pesar.
Bondad: La actitud bondadosa hacia los compañeros no es ni más ni menos que desearles el bien. Sostener esa actitud con algunas personas puede resultarnos muy fácil mientras que con otras, a causa de los conflictos latentes o evidentes que puedan existir, puede resultarnos más complicado. Para estimular la bondad hacia personas con las que no nos resulta fácil, se puede comenzar poniendo en práctica las tres cualidades anteriores (apertura, empatía y compasión). Poco a poco lograremos vencer nuestras propias barreras mentales.
Regocijo: Es simplemente disfrutar con la alegría y la felicidad de los demás. Es pues, justo lo contrario a los celos, la envidia o el resentimiento. Tratemos de imaginar en su conjunto el esfuerzo o las vicisitudes que han rodeado la vida de esa persona y alegrémonos de que ahora le toque estar contenta.
Ecuanimidad: Surge de la sabiduría, serenidad y estabilidad mental. Consiste en tratar a todas las personas consideradamente, con independencia de la experiencia que tengamos con cada una de ellas.
Si a pesar de cultivar estas seis cualidades, seguimos sin poder relacionarnos normalmente con alguna persona de nuestro entorno, al menos podemos ver esta relación difícil como una oportunidad para tomar conciencia de la incomodidad que me produce, sin reaccionar o evitar las situaciones. También podemos observar cómo reacciona mi cuerpo, en qué zonas se reflejan mis emociones y de qué tipo son (incomodidad, miedo, ira, etc.). Quizás incluso podamos comprender qué intrincados mecanismos mentales nos impiden conectar. Al final, puede que solo podamos constatar la distancia entre nuestras posturas o la imposibilidad de que haya algún acercamiento en este momento. Sólo estando atentos a nuestro interior y a nuestro entorno podremos tomar las decisiones más adecuadas.
Recordemos que nadie puede ver en los demás aquello que no existe previamente en su mente. Aceptar esto, puede ayudarnos a comprender muchos comportamientos inexplicables de los demás.
Por: DAVID HERVÁS SANZ